jueves, 25 de septiembre de 2008

La derivada del Destino


Resulta curioso darte cuenta de cómo se acomoda el mundo, cómo cada situación se ubica en el momento preciso. Por lo menos, sé que le adjudicamos una significación importante a ciertos sucesos.

Tal es el caso que el miércoles pasado en el periódico de mi escuela se publicara mi foto destino, mismo día que mi tío Andrés falleciera. Tal es el caso que llevara pilas usadas de la escuela para dejarlas en un depósito cerca de la casa de mi abuela y, por lo tanto, me hiciera estar ahí en el preciso momento para ayudar.

Esta extraña coincidencia, o como le quieran llamar, de la foto me provocó cierta divagación al respecto. Mi tío, como cualquier otra persona, tuvo sus errores; debido a esos errores, la vida le impuso un destino del que ya no tenía escapatoria. Entre otras muchas cosas, debo confesar que mi relación por mucho tiempo fue mermada por problemas entre él y yo. Pero esto no evitó que en sus últimos días, meses, él remediera esos errores personales.

Mi tío, a su forma, se disculpó de todos sus allegados, y en particular, se disculpó conmigo. Fue cuando me di cuenta que yo ya lo había perdonado. Él, al final, cambió la tendencia de su destino; permitiéndole que hoy, mi familia y yo, estuvieramos cerca de él, le lloráramos, le rezáramos. Aún con mis sentimientos encontrados, logré rápidamente darme cuenta.

Todo esto me permite afirmar que el destino es una complicada ecuación de la vida, donde hay variables inevitables e independientes a nosotros. Pero, también me permite afirmar que somos dueños de la derivada de nuestros destinos, nosotros decidimos hacia dónde tenderá nuestra vida.

Gracias por todo, tío. Descansa en paz.

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